(extracto del artículo de Caroline Touzin en La Presse del 5 de noviembre de 2017)
Cuando la jefa del servicio del voluntariado del nuevo CHUM preguntó a la Hna. Marie-Blanche si quería continuar su voluntariado con los pacientes en cuidados paliativos en el nuevo hospital universitario de Montreal (CHUM), la religiosa de 84 años hesitó, iba ella «dar el salto en el hospital ultra moderno. Ella dijo sí.
La religiosa nunca tuvo miedo de frecuentar la muerte. Tuvo varias estancias en Ruanda para atender a los enfermos en los campos de refugiados en los años 70 y después del genocidio de 1994. También la enfermera trabajó mucho con los sidosos que venían a Montreal para morir. Las experiencias de perdón y de amor reencontrado le han confortado muchas veces en su misión.
La Hna. Marie-Blanche considera a los pacientes en cuidados paliativos como profesores que tienen cosas a enseñar hasta el último momento de su vida.
«Es una persona que reúne. El equipo de cuidados paliativos aprende mucho al observar su manera de acompañar a los pacientes, describe la jefa del servicio del voluntariado Lise Pettigrew. Hasta diría que ella hace tanto bien a los pacientes que al personal del hospital.»
Si en el nuevo CHUM, se encuentra con una persona desconocida que le saluda calurosamente, casi seguro será la Hna. Marie-Blanche. «Quiero traer este espíritu de familia que hemos fomentado en el Hotel Dieu en el nuevo CHUM, dice la religiosa. Mi sueldo, es la felicidad de servir al enfermo.»